Afanes de conquistar el mundo

ARTÍCULO. Por: Chardin Mijahuanca Pinzón. Han transcurrido 65 años desde que se dio por concluida una pesadilla llamada “Segunda Guerra Mundial”, la misma que para muchos de nosotros, resulta una idiotez el disputarse la ambición de querer dominar el mundo, sobre todo de una manera ínfima, que es hacerlo por medio de guerras.

“A lo hecho pecho”; una frase que posiblemente los “ganadores” de la Segunda Guerra Mundial, habrán celebrado con gran ímpetu. Sin embargo, la gran pregunta sería: ¿”ganadores de qué”?; ¿ganadores en haber exterminado vidas humanas?, ¿ganadores en haber causado mayores destrozos?, ¿ganadores en haber dejado mayor cantidad de huérfanos y viudas?. A mí parecer, ninguno de los implicados en las guerras merece llamarse ganador. GANADOR, señores, se debería llamar al país que tenga la fórmula, no la fórmula de una bomba, hablo de la fórmula para terminar con el hambre y la miseria en los países tercermundistas.

“A mal tiempo buena cara”. Y qué mas le quedaba a Japón, cuando su afán por dominar el mundo, se le fue de las manos. Los japoneses, por su puesto que creyeron haber ganado la guerra atacando él área militar de Estados Unidos, ubicada en ese entonces en Hawái. Sin embargo, no pensaron en que este (EE.UU.) no iba a quedarse con las manos cruzadas; le bombardeó dos lugares: Hiroshima y Nagasaki; utilizando la espantosa y actualmente prohibida, bomba atómica.

Dicen que todo cuento tiene un final felíz, ¿será cierto?. Estados Unidos, en 1945, año en el que bombardeó Japón, formó la ONU: Organización de los Estados Unidos… perdón Organización de las Naciones “Unidas”. Desde ese momento EE. UU. empezó a asumir el verdadero poder el mundo; ni que decir de los medios de comunicación, formaron parte de sus estrategias para manipular las mentes, es por ello, que desde ese entonces se empezó a hablar del término Ciencias de la Comunicación.

Por otro lado, muchos estamos convencidos que hasta un ciego es menos miope que los individuos que ejercen las guerras como forma de solucionar los problemas de un país. Al final tenemos que entender una cosa, o mejor dicho, ellos tienen que entender que somos seres humanos y que lo único que nos divide es un mapa con líneas y la idiosincrasia del hombre. Como diría un sabio en estado agoniza, la ultima de sus enseñanzas a su discípulo: “el hombre no aprende.”

Por ello, no aspiremos a ser un país mejor, sin antes, no serlo nosotros como seres personas. Y a ello se alude una conocida sentencia: “si no vives para servir, no sirves para vivir.”

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